A partir del siglo XVIII y debido a la riqueza pesquera en la zona, se instalan industrias de salazón con capital de familias nobles y burguesas catalanas. Fue en este mismo siglo, cuando se construye el Castillo del Cardenal. Para así, defender la ría junto con el Castillo del Príncipe de posibles ataques.
Existe una leyenda de los más ancianos del lugar. En ella cuentan que entre ambos castillos había una cadena de grandes dimensiones que los unía, y que por medio de algún mecanismo la tensaban, y emergía del lecho marino en el que reposaba. Esto lo hacía como medida de defensa, en el caso de verse acosados por algún barco, impidiéndole así el paso.
Ambos castillos contaban con numerosos cañones, permitiéndoles un fuego cruzado que hacía muy difícil que los barcos pudiesen adentrarse.
La dotación del Castillo del Cardenal era de doce cañones y tenía capacidad para un centenar de hombres.
El estado de conservación del Castillo es muy bueno. Actualmente el castillo está habitado, pero se puede ver el exterior. La zona en la que está ubicado es de gran belleza ya que podrás disfrutar con el magnífico paisaje.